La regurgitación es una descarga casi inmediata de los alimentos que se acaban de tragar. Entre el 25 y el 40% de los bebés se ven afectados por este problema. Es una de las principales causas de consulta en pediatría porque preocupa mucho a los padres. La regurgitación suele deberse a un problema con el cierre de la válvula entre el estómago y el esófago que normalmente impide que el bolo alimenticio suba. La regurgitación, que se produce justo después de la alimentación y no causa dolor, no debe confundirse con la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), que es dolorosa y causa vómitos varias horas después de la alimentación.

Para limitar al máximo las regurgitaciones del bebé, se aconseja dar el biberón en un entorno tranquilo e inclinar al niño a unos 40° durante el periodo de digestión. Para ello, puedes poner al bebé en su hamaca, en posición semiacostada (no sentado, ya que entonces se comprimiría el estómago), o en su cama, siempre que eleves ligeramente el colchón o utilices una superficie inclinada.

Acuérdate de comprobar que el pañal no le aprieta demasiado. Evita cambiar al bebé justo después del biberón, el hecho de levantar sus piernas podría provocar regurgitaciones, es mecánico, no se te ocurriría hacer la parada de cabeza justo después de comer?!!!

Es posible que tengas que cambiar la leche por una leche espesa "antirreglamentaria", pero pide primero el consejo de tu médico.

Equípate con baberos grandes o pañales si no quieres cambiar a tu bebé después de cada toma. Reduce la velocidad del chupete para que no beba demasiado rápido. Si es necesario, haz que se tome un descanso y eructe en medio del biberón. Sobre todo, no le dé ningún medicamento sin consejo médico.

La regurgitación se debe a que la comida del bebé es principalmente líquida. En general, desaparecen alrededor del año de edad por varias razones: el bebé crece y el esfínter del estómago se vuelve funcional, el bebé pasa a la posición vertical, la alimentación es más variada y se vuelve cada vez más sólida.