Ya sea un peluche, un muñeco de tela o un pañal, cada bebé elige su propio peluche. No es necesariamente la más bonita ni la que tú has elegido, pero es la que le tranquiliza. El peluche es un objeto de transición, permite mantener el contacto con la madre durante los períodos de separación. Este objeto es muy importante para el niño, lleva el olor de los padres y le ayuda a relajarse cuando está ansioso en la guardería o en el colegio. Permite que el niño se sienta seguro. Recuerda también que el peluche es el único que puede compartir la cama del bebé y dormir con él.

Si es posible, haz que tu bebé elija un edredón que pueda ser fácilmente reemplazado si se pierde y que se pueda lavar fácilmente. Lo mejor es tener 2 o 3 iguales para poder rotarlos y evitar el drama cuando el edredón se cae al barro o se olvida en casa de la niñera!

Intenta animarle a elegir un juguete blando que sea fácil de transportar y de meter en un bolso, ¡olvídate del peluche de 50 cm de altura o de la manta de tamaño XL! Intenta ofrecerle juguetes de peluche fabricados con materiales naturales que cumplan las normas de la NF y que sean adecuados para los niños pequeños, ya que algunos modelos no son aptos para niños menores de 36 meses. Olvídate de los peluches a pilas (no son muy ecológicos), de los que se iluminan y despiertan al bebé en mitad de la noche y de los que tocan música, ¡que le molestarán rápidamente!

Lo ideal es elegir un juguete blando de tamaño medio con buen agarre para las manitas del bebé: orejas, cola, patas, que se pueda lavar y secar. Acuérdate de comprobar la resistencia de las costuras y los ojos, porque los niños no siempre son delicados con su manta, ¡debe ser fuerte!