Cuando los niños son pequeños, es habitual que tengan ansiedades y pesadillas, lo que suele traducirse en un ritual para ir a la cama que se prolonga cada vez más, un niño que no quiere dormir. Todos los niños se ven afectados por este problema un día u otro, pero hay que tener en cuenta que, aunque este periodo sea difícil de soportar, es necesario para el desarrollo psicológico del niño.

En el curso del aprendizaje, un niño se enfrenta constantemente a reglas y prohibiciones. Todas estas frustraciones se expresan inconscientemente durante la noche en forma de pesadillas. Según el niño y la época, son cada vez más numerosos.

¿Cómo puede ayudar y consolar a su hijo cuando tiene una pesadilla?

Antes de los 3 años: habla con tu hijo, intenta que hable para que pueda expresar sus ansiedades. Dile que tú también tenías pesadillas cuando eras pequeño. Sin embargo, no le hagas dormir contigo, podría asociar las pesadillas con su habitación y no querer dormir más allí...

Cuando el niño crece: es capaz de entender que las pesadillas o los sueños son diferentes de la realidad. Puedes recorrer su habitación o la casa y comprobar con él que no hay monstruos bajo su cama, o en el salón, que las puertas están bien cerradas. Por la mañana, cuando se despierte, no finjas que no ha pasado nada, al contrario, no dudes en hablar de sus miedos, incluso puedes pedirle que dibuje sus sueños terroríficos.

Por la noche, intenta dirigir sus pensamientos hacia momentos felices como la próxima salida, las próximas vacaciones o la próxima fiesta de cumpleaños de su novio. Sobre todo, mantén la calma, aunque sea difícil en mitad de la noche, cuando preferirías estar durmiendo... pero si te alteras, corres el riesgo de acentuar sus ansiedades y, por tanto, sus pesadillas.

Asegúrate también de no sentirte culpable por acostar a tu hijo porque no has pasado suficiente tiempo con él, ya que este sentimiento negativo podría aumentar su estrés.