Durante las vacaciones, el objetivo es romper con la rutina, no hay horarios, nos acostamos más tarde, nos levantamos más tarde, los horarios de las comidas también se cambian, las vacaciones se me olvidan todo... !
Con los niños pasa lo mismo, aprenden a dormir de forma diferente, la siesta suele cambiarse porque la comida es más tarde. Cuando pasan las vacaciones con sus abuelos, los primos duermen todos juntos en la misma habitación, ¡en definitiva es una fiesta!

Pero cuando comienza el curso escolar, es importante que todo vuelva a la normalidad, y aquí es donde las cosas se complican porque cuando las normas cambian durante las vacaciones, los niños impugnan inevitablemente la vuelta al rigor...
No pienses que los buenos hábitos volverán en dos días, se necesita una semana (más o menos dependiendo del niño) para volver a un ritmo "normal".

En el caso de los niños pequeños, es importante restablecer la siesta, ya que creer que al faltar la siesta el niño dormirá mejor por la noche es un error, de hecho el exceso de cansancio retrasa el sueño.
Por lo tanto, es esencial retomar los horarios regulares: los niños necesitan una vida estructurada porque la rutina les da una sensación de seguridad.

La hora de comer y la hora de acostarse deben ser fijas, y la regularidad del sueño también depende de dónde duerma el niño, así que asegúrate de que duerma siempre en la misma cama, en un buen saco de dormir y en la misma habitación.
¡Por último, mantente firme! Para evitar conflictos con tus hijos a la hora de dormir, es importante establecer un ritual pero también unas reglas estrictas: un cuento, un beso, un peluche y a la cama!

Ten en cuenta que para que esto funcione, ambos padres deben seguir las mismas reglas, de lo contrario los hijos se aprovecharán rápidamente del vacío legal...